Columna de opinión de la Embajadora del Estado de Palestina en Chile, Vera Baboun
Madleen y la criminalización de la ayuda humanitaria
11 junio 2025 – BioBioChile.cl
La interceptación de la embarcación Madleen por parte de las fuerzas de ocupación israelíes la madrugada del 9 de junio constituye mucho más que un incidente aislado. Se inscribe en una política sostenida y sistemática de castigo colectivo contra la población civil palestina en Gaza, sometida desde hace más de 17 años a un bloqueo total que vulnera de manera flagrante el derecho internacional humanitario.
La detención de sus tripulantes y la obstrucción deliberada del paso de suministros básicos —como fórmula infantil, alimentos, pañales, productos sanitarios femeninos, kits de desalinización y medicamentos— a una población desplazada y al borde de la inanición, no puede entenderse sino como una expresión más de una estrategia que busca quebrar la voluntad de un pueblo mediante el hambre, el aislamiento y el agotamiento.
Lo ocurrido con Madleen no fue un error logístico ni una medida de seguridad desproporcionada. Fue una acción planificada, orientada a castigar la solidaridad internacional, disuadir futuras misiones humanitarias y reforzar la narrativa de impunidad con la que opera el régimen de ocupación. Es, en esencia, un intento de criminalizar el acto mismo de ayudar.
Sin embargo, Madleen logró precisamente lo contrario: reinsertar a Gaza en el mapa moral del mundo. Por un momento, se abrió la posibilidad de que la comunidad Internacional reaccionara, no solo frente al bloqueo, sino frente a las múltiples formas de violencia estructural que lo sostienen. La travesía de esta embarcación —tripulada por activistas de distintas nacionalidades, religiones y trayectorias— representó un gesto ético, no propagandístico. Fue un grito desesperado que se rehusó a aceptar el silencio como respuesta frente al genocidio que ya ha asesinado a más de 54.000 palestinos.
Madleen simbolizó el derecho fundamental de más de dos millones de seres humanos en Gaza a sobrevivir. Su misión visibilizó de manera contundente el uso político y selectivo de la ayuda humanitaria como herramienta de sometimiento. Bajo el actual bloqueo, Gaza ha sido transformada en una prisión a cielo abierto, donde lo básico —agua, comida, medicamentos— es objeto de control y restricción.
Durante los mismos días en que Madleen avanzaba por aguas internacionales, más de un centenar de palestinos fueron asesinados en Gaza. Sus nombres no se difundieron, sus historias no se contaron, pero sus vidas importaban. Sus muertes reflejan la urgencia y la brutalidad de las condiciones que Madleen intentaba visibilizar. Cada vida perdida es un recordatorio de que el asedio no es una abstracción: es letal, cotidiano y persistente.
Quienes se embarcaron en Madleen quisieron transmitir un mensaje claro al pueblo palestino: no están solos. Aunque su travesía fue brutalmente interrumpida, su mensaje cruzó fronteras: el asedio es un crimen; callar ante él, una forma de participación; y la libertad, un derecho inalienable.
La interceptación de una embarcación humanitaria en aguas internacionales no solo constituye un acto de agresión, sino también una prueba irrefutable del control total que ejerce la potencia ocupante y de que la ocupación sigue siendo una realidad palpable en todas sus dimensiones.
Pero también nos dejaron una advertencia dolorosa: incluso los actos más valientes y éticamente irreprochables pueden ser silenciados cuando el sistema internacional falla en sus principios más básicos.
¿Qué tipo de mundo hemos construido si enviar leche en polvo y pañales puede considerarse una amenaza a la “seguridad”? ¿Qué nos revela eso sobre la jerarquía global del sufrimiento y el valor —o la negación— de ciertas vidas?
Frente a este escenario, resulta imperativo que los Estados y organismos internacionales escuchen y actúen. Es urgente adoptar medidas concretas, inmediatas y vinculantes para frenar la brutalidad de la ocupación israelí, levantar el bloqueo sobre Gaza, poner fin al genocidio y al desplazamiento forzado y garantizar la entrada sostenida, segura e incondicional de ayuda humanitaria, conforme a los principios del derecho internacional y las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas.
Madleen fue detenida por la fuerza de las armas… pero ha liberado, con fuerza renovada, la potencia de la palabra, del compromiso y de la verdad. Y esa verdad seguirá navegando, hasta que la justicia alcance la orilla.