Columna de opinión de la Embajadora del Estado de Palestina en Chile, Vera Baboun
La economía del genocidio: el sufrimiento palestino como ganancia
22 julio 2025 – BioBioChile.cl
Para comprender plenamente la catástrofe que ocurre en Gaza y Cisjordania, debemos mirar más allá de la devastación visible—más allá de las escuelas bombardeadas, los hospitales colapsados y el desplazamiento masivo—y enfrentar las fuerzas estructurales que la impulsan. En su informe de marzo de 2025 al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Relatora Especial de la ONU, Francesca Albanese presenta un análisis contundente y urgente en un informe titulado “De la economía de la ocupación a la economía del genocidio”. Albanese evidencia que la ocupación israelí que se mantiene por décadas, ha mutado en un sistema en el que la violencia, la destrucción y el despojo además de ser herramientas de dominación son motores de ganancia económica.
Lo que estamos presenciando no es simplemente una ofensiva militar: es un modelo calculado que convierte el sufrimiento palestino en lucro, sostenido por redes de apoyo político global y por intereses corporativos.
Según los datos recopilados, las acciones de empresas relacionadas con la guerra que cotizan en la bolsa de Tel Aviv se dispararon 179% desde el inicio de las agresiones militares israelíes contra el pueblo palestino en Gaza, generando casi 157 mil millones de dólares en ganancias. El presupuesto militar de Israel aumentó 65% en sólo un año, alcanzando un estimado de 46,5 mil millones de dólares.
El informe “De la economía de la ocupación a la economía del genocidio” identifica más de 1.000 entidades corporativas directa o indirectamente involucradas en las agresiones contra el Pueblo Palestino. Las agrupa en tres categorías: fabricantes de armas y empresas de vigilancia, que lucran con el desplazamiento forzado; compañías de turismo, agroindustria, construcción y manufactura, que se benefician del reemplazo de palestinos por colonos; y los facilitadores, intelectuales como las instituciones académicas y financieros, como bancos e instituciones que financian las operaciones militares genocidas de la Ocupación.
Este reporte demuestra “cómo la ocupación permanente se ha convertido en el campo de pruebas ideal para los fabricantes de armas y las grandes tecnológicas, con una oferta y una demanda ilimitadas, poca supervisión y ninguna rendición de cuentas, mientras que los inversores y las instituciones públicas y privadas se lucran libremente. Demasiadas entidades corporativas influyentes siguen inextricablemente ligadas financieramente al apartheid y al militarismo israelíes”.
El informe de Albanese destaca cómo la estrategia económica de Israel en Cisjordania alimenta el despojo mediante la expansión de asentamientos, los cuales fueron declarados ilegales según el Derecho Internacional; y señala una masiva inversión extranjera y nacional en infraestructura, industria y viviendas construidas sobre tierras palestinas confiscadas. Estos proyectos no son sólo violaciones a la soberanía; son empresas lucrativas protegidas por el uso instrumental del derecho (lawfare) y la presencia militar.
La economía de la ocupación, escribió, “ha evolucionado hacia una economía de conquista”. Advierte que este sistema no es incidental: es estructural. La violencia del gobierno colonial israelí fue recalibrada para obtener ganancias, despojando a los palestinos de su tierra, recursos y derechos humanos básicos, mientras se incrementan los beneficios corporativos y de los inversores. “Un pueblo enriquecido, un pueblo borrado”, observa con agudeza.
Al concluir, Albanese propone medidas decisivas para desmantelar lo que llama la «economía del genocidio»: embargo de armas y suspensión de vínculos comerciales y financieros con Israel además de sanciones legales a empresas y ejecutivos que se beneficien de la ocupación. Insta a las corporaciones a rechazar la complicidad, aplicar debida diligencia en derechos humanos y asumir reparaciones o procesos judiciales cuando corresponda. Estas propuestas se basan en precedentes históricos como los juicios a IG Farben y la Comisión de la Verdad de Sudáfrica.
Lo que revela Albanese es un ecosistema económico global que convierte el desplazamiento forzado, los bombardeos y la expansión de los asentamientos en ganancias para los accionistas. Si el mundo no actúa, envía un mensaje aterrador: el genocidio es rentable y la impunidad es negociable.
Debemos escuchar todo lo que nos informa Francesca Albanese. Debemos escuchar a las víctimas cuyas vidas y tierras están siendo reducidas a cifras en hojas de cálculo financieras. Debemos escuchar porque desmantelar esta economía impulsada por la guerra debe ser un paso innegociable junto a la justicia y la rendición de cuentas.